Por primera vez en la historia electoral del Estado de México veremos a dos mujeres competir por la primera magistratura de la entidad mexiquense.
Dos mujeres, sui generis, distintas en formación profesional y de tendencias políticas incomparables, que medirán su fuerza de voluntad, convencimiento, ideología, persuasión y firmeza para convencer a la ciudadanía, que pueden y tienen el carácter para tomar las riendas de una administración pública gubernamental que siempre ha estado en manos de políticos del género masculino.
Josefina Vázquez Mota y Delfina Ortega Álvarez, como mujeres son creíbles en sus conceptos, sinceras en sus acciones y verídicas en sus palabras, sin embargo, cada una de ellas, representa a una ideología política capaz de manipular sus preceptos femeninos y educacionales.
Mientras que detrás de Josefina está la maquinaria operadora del PAN, Delfina es controlada por el Partido Movimiento Regeneración Nacional, y aunque cada una defiende su naturaleza de mujer, ante los ojos de los mexiquenses, no son más que objetos a los intereses caprichosos de sus líderes.
Ellas, Josefina y Delfina, tienen la preparación suficiente para tomar una personalidad propia, con sus propias ideas, programas y acciones; al sacudirse las alimañas que contaminen sus propuestas obtendrán mejores resultados y podrán posesionar mejor su candidatura.
Pero, sabemos de antemano, que en esta carrera electoral para lograr la meta del poder gubernamental, los operadores políticos de Josefina y Delfina estarán presentes en cada momento y eso les quita toda autonomía y, sobre todo, originalidad a sus proyectos de gobierno. Porque siempre estarán opacando sus ideas, por aquellos que a través de ellas quieren mandar en la ciudad capital del Estado de México.
Tanto Josefina como Delfina tienen grandes valores que las hacen mujeres plenas, dignas de confianza, y si una de ellas llega al gubernatura, no dudamos que pueden ser excelentes gobernadoras. Claro sin las alimañas, que recomendamos sacudírselas desde este momento.